Ya he sacado mis conclusiones pero me las quedo para mí.
Tengo miedo, debo confesarlo, tengo miedo de los que me observan y por eso tengo casi congelado el blog por si acaso. Es posible que se tome unas largas vacaciones inmerecidas, algo así como una condena no justificada pero imprescindible para su buen nombre y por lo tanto para el mío.
Sentí miedo en El Escorial pero también una gran alegría por el Pelo, el Carpin y el Pava que tengan suerte y una mijita de ayuda del Jefe y todo sobre ruedas.