31 agosto 2009

Decepción

Está claro que no sólo no llegué a Santiago sino que casi ni me dio tiempo a comenzar el camino.
Ya he sacado mis conclusiones pero me las quedo para mí.
Tengo miedo, debo confesarlo, tengo miedo de los que me observan y por eso tengo casi congelado el blog por si acaso. Es posible que se tome unas largas vacaciones inmerecidas, algo así como una condena no justificada pero imprescindible para su buen nombre y por lo tanto para el mío.
Sentí miedo en El Escorial pero también una gran alegría por el Pelo, el Carpin y el Pava que tengan suerte y una mijita de ayuda del Jefe y todo sobre ruedas.

1 comentario:

leticia dijo...

¡¡AUPA FRAN!! El camino está para caernos y traernos de vuelta a la realidad, ¿quién no ha sufrido haciéndolo? Yo aún recuerdo el pedacito de rodilla que me dejé subiendo la cuesta de Guitiriz...Por corta que fuera la experiencia, ¡¡ya eres peregrino!! Ya volveremos, no te preocupes... ¡Ah! ¡¡Y no nos dejes sin el blog!! ¡¡Ni se te ocurra!! Nadie observa lo que tú no quieras, así que la llave la tienes tú.
Un besazo enorme Leti